Sí. Esa frase no la ha soltado un político, ni la ha pronunciado un erudito académico de historia, ni de la lengua...Esa frase me la dijo un niño; un niño de entre unos 8-9 años que, claro está, ve mucho las noticias en televisión aunque no las termine de comprender y puede que nadie se las explique.
Tras terminar un curso de animación infantil -es cierto, los periodistas vemos mucho mundo, si tenemos suerte y estamos en el lugar indicado, y a veces, los observadores vemos más allá- tuve que realizar unas prácticas, con tal de terminar y completar mi formación. El sábado, fui con unos cuantos compañeros a la comunión de un niño -que luego se convirtieron en cuatro- y como los padres habían contratado una fiesta pirata, íbamos disfrazados de piratas. No íbamos a ir disfrazados de superhéroes...
Así, que allí nos plantamos los cinco animadores, con nuestros disfraces ejemplares, bien maquillados y adornados y cargados con todo el material hasta las cejas, mientras que los niños que pulalaban por el jardín nos ven, y se acercan corriendo a hacernos preguntas de niños; tales como si hemos venido para jugar con ellos, si pueden coger las espadas para pelearse entre ellos o si somos piratas de verdad. Dos de ellos, entran en un apasionado debate sobre si realmente somos piratas y hemos dejado el barco en la playa -como les intentamos hacer creer- o si por el contrario, somos personas disfrazadas. Al final, el debate no se termina de resolver, puesto que a ambos les creamos dudas, y nos miran con cara de incrédulos mientras tienden a pensar que les estamos tomando el pelo claramente, aunque no estén muy seguros de ello.
Los dos niños terminan alejándose, pues en una comunión hay cosas -como los regalos y las chuches- que son más interesantes que las personas disfrazadas de piratas, pero mientras por el rabillo del ojo, uno que no se ha marchado mira las espadas, pensativo, y me dice muy serio que "los piratas no llevan espadas, los de ahora llevan metralletas".
Tras terminar un curso de animación infantil -es cierto, los periodistas vemos mucho mundo, si tenemos suerte y estamos en el lugar indicado, y a veces, los observadores vemos más allá- tuve que realizar unas prácticas, con tal de terminar y completar mi formación. El sábado, fui con unos cuantos compañeros a la comunión de un niño -que luego se convirtieron en cuatro- y como los padres habían contratado una fiesta pirata, íbamos disfrazados de piratas. No íbamos a ir disfrazados de superhéroes...
Así, que allí nos plantamos los cinco animadores, con nuestros disfraces ejemplares, bien maquillados y adornados y cargados con todo el material hasta las cejas, mientras que los niños que pulalaban por el jardín nos ven, y se acercan corriendo a hacernos preguntas de niños; tales como si hemos venido para jugar con ellos, si pueden coger las espadas para pelearse entre ellos o si somos piratas de verdad. Dos de ellos, entran en un apasionado debate sobre si realmente somos piratas y hemos dejado el barco en la playa -como les intentamos hacer creer- o si por el contrario, somos personas disfrazadas. Al final, el debate no se termina de resolver, puesto que a ambos les creamos dudas, y nos miran con cara de incrédulos mientras tienden a pensar que les estamos tomando el pelo claramente, aunque no estén muy seguros de ello.
Los dos niños terminan alejándose, pues en una comunión hay cosas -como los regalos y las chuches- que son más interesantes que las personas disfrazadas de piratas, pero mientras por el rabillo del ojo, uno que no se ha marchado mira las espadas, pensativo, y me dice muy serio que "los piratas no llevan espadas, los de ahora llevan metralletas".
1 comentario:
Si alguna vez tengo un niño (comprado o robado), será como ese! :D
Publicar un comentario