sábado, 26 de septiembre de 2009

Millennium


La primera novela del escritor sueco Stieg Larsson me llamó enormemente la atención. El titulo de la misma: "Los hombres que no amaban a las mujeres" me hizo sentirme identificada. ¿Qué mujer no ha pensado eso mismo?, en aquellos hombres que han pasado por su vida y que sin embargo, han sentido que no las habían amado.
Su segunda novela apareció un día ante mis narices, en los estantes de un centro comercial. "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina" me llamó más aún la atención. El titulo era, a mi pensar, tan poco apropiado que estuve meditando durante largo tiempo como era posible que alguien vendiese un libro con ese nombre. Me pareció un titulo tan realista, que me chocó la repercusión que estaba teniendo al tiempo de haber salido.
Hasta Agosto, no me dí cuenta de que mi padre tenía el primer volumen de la saga
Millenium, así que como me apetecía leer, no se me ocurrió mejor manera que comenzar a leer "Los hombres que no amaban a las mujeres" para intentar entender el fenómeno de masas, como en su día con el Código Da Vinci, que se estaba dando con estos libros. Fulminé el libro en apenas una semana, ansiosa de comenzar el segundo, que también devoré en el mismo espacio de tiempo. Ahora mismo, estoy terminando el tercer volumen, "La reina en el palacio de las corrientes de aire", sin duda el más extenso de los tres. Éste me está llevando más tiempo leerlo, aunque porque así lo he querido. He querido disfrutarlo, sabiendo que es el último.
Como decía Mario Vargas Llosa, bien es cierto que las novelas están mal escritas, algo
americanizadas tal vez, pero también es verdad que lo que realmente te engancha de estas novelas son sus personajes principales; Lisbeth Salander, una mujer pequeña, delgada, con gran valentía que hace que se tome la justicia por su parte y con una capacidad asombrosa de conocimientos informáticos, y Mikael Blomkvist, un periodista atractivo, que trabaja en la revista Millennium y que posee una facilidad innata para la investigación y que es capaz de hurgar en los sitios más recónditos con tal de ayudar a Lisbeth, pese a que ella reniegue muchas veces de su ayuda.
Las novelas, hablan de las mujeres. De las muchas que ha habido a lo largo de la historia, de las mujeres valientes y con pocos recursos que saben sacar lo mejor partiendo de la nada, de las heroínas, que luchaban por lo que más querían y por la defensa de su propia integridad, de las mujeres maltratadas, que han sufrido en silencio abusos y represalias, y de los periodistas que intentan destapar la verdad, metiéndose en los fregados más inverosímiles y que luchan con sus propias armas, algo que en los tiempos que corren se ha olvidado en muchas redacciones, pero con lo que muchos periodistas hemos soñado.
En octubre, volveré al cine para ver a Lisbeth y Mikael en la adaptación de la segunda novela de la saga.

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